Primera salida oficial a los Nevados de Chillán
Primera salida oficial a los Nevados de Chillán
12 de octubre de 2025
INTRO
A veces las mejores ideas nacen de una conversación simple. Una tarde, mientras revisábamos fotos de salidas antiguas, alguien dijo: "Ya es hora de hacer algo oficialmente como Cordada Chillán, ¿o no?". Hasta ese momento habíamos salido en grupos pequeños, medio informales, pero sin una actividad que marcara el inicio del club. Los Nevados de Chillán aparecieron de inmediato como el escenario obvio: nuestra cordillera cercana, conocida, pero que siempre sorprende.
Esta salida no solo sería una excursión más, sino el punto de partida para un calendario de actividades que veníamos soñando hace meses. Queríamos que fuera una jornada donde se mezclaran aprendizaje, comunidad y, por supuesto, montaña.
I
Los preparativos comenzaron varias semanas antes. Abrimos la inscripción pensando en un grupo pequeño, pero el cupo se llenó rápido. Se anotaron personas con experiencia en montaña y también varios que daban sus primeros pasos. Esa mezcla nos obligó a planificar con más cuidado: ajustar la ruta, revisar el pronóstico, definir puntos de reunión y repasar el equipo mínimo obligatorio.
La noche anterior, nos reunimos en Chillán para una charla corta. Hablamos de la ruta, de los riesgos propios de la zona, de la importancia de caminar en grupo y de algo que repetiríamos durante todo el día: nadie se queda atrás. Entre mapas, termos con café y risas nerviosas, se sentía que estábamos a punto de iniciar algo importante para el club.
II
Madrugamos para aprovechar la ventana de buen tiempo. El camino hacia los Nevados se fue llenando de conversación: quiénes ya conocían la zona, quién venía por primera vez a la cordillera, qué expectativas traía cada uno. Al llegar al punto de inicio, la temperatura era baja pero el cielo empezaba a despejarse.
Antes de partir hicimos una revisión rápida de equipo: capas de abrigo, comida, hidratación, botiquín y elementos de seguridad. Formamos cordadas pequeñas y definimos dos ritmos: uno más tranquilo para quienes recién comenzaban y otro un poco más rápido para quienes tenían más experiencia.
El sendero se internó entre bosque y nieve. A cada pausa aprovechamos de enseñar algo: cómo regular la respiración en las subidas, cómo ajustar las capas para no pasar frío ni calor, cómo leer el terreno y reconocer zonas más seguras para detenerse. La montaña se convirtió en sala de clases.
A medida que ganábamos altura, el paisaje se abrió: los conos volcánicos, las fumarolas a lo lejos y el valle extendiéndose hacia Chillán recordaban por qué queríamos que esta primera salida fuera aquí. No todos alcanzaron el mismo punto de altura, pero ese nunca fue el objetivo principal. Lo importante era que cada persona encontrara su propio límite acompañada por el grupo.
En el lugar que definimos como "cumbre del día" hicimos una pausa larga. Fotos, algo de comida y ese silencio corto en el que todos miran alrededor y se dan cuenta de dónde están. Algunos comentaron que era su primera vez tan arriba en la cordillera; otros recordaron salidas antiguas y coincidieron en que esta tenía algo distinto: ahora formaban parte de una comunidad.
III
El descenso siempre es otra historia. El cansancio se hace notar y la concentración se vuelve igual de importante que en la subida. Reorganizamos las cordadas, ajustamos bastones y crampones donde fue necesario y fuimos bajando a un ritmo cómodo, cuidando especialmente a quienes venían más justos de energía.
De regreso en los vehículos, el ambiente era distinto al de la mañana. Había caras cansadas, sí, pero también una sensación compartida de logro. En Chillán terminamos la jornada con una pequeña convivencia improvisada: termos, pan amasado, algo de sopaipillas y muchas anécdotas frescas.
Hablamos de lo que había resultado bien, de lo que se podía mejorar y, sobre todo, de las próximas salidas. La frase que más se repitió fue: "¿Y cuándo es la próxima?". Esa era la señal de que la primera salida oficial había cumplido su objetivo.
CONCLUSIÓN
La montaña tiene muchas formas de enseñarnos, pero hacerlo en grupo la potencia todavía más. Esta primera salida oficial a los Nevados de Chillán no buscaba una cumbre técnica ni un récord personal; buscaba cimentar la identidad de Cordada Chillán: un club donde la seguridad, el aprendizaje y la buena convivencia van de la mano.
Volvimos a casa con las piernas cansadas, las mejillas rojas por el frío y el corazón un poco más lleno. Desde ese día, cada nueva actividad del calendario lleva algo de lo que se vivió en esta salida: el entusiasmo de quienes se atreven por primera vez, la experiencia de quienes acompañan y la certeza de que nuestra cordillera cercana es un lugar que vale la pena cuidar y seguir explorando juntos.
Participaron en esta salida:
Camila Riquelme – Coordinación general
Armando Alcayaga – Guía de ruta
Luis Ramos – Apoyo en seguridad
Juan González – Registro fotográfico
María José Herrera – Logística y comunicaciones
Paula Muñoz – Apoyo a participantes nuevos
Felipe Contreras – Apoyo en navegación
